A lo largo de mi trabajo como psicóloga del deporte he llegado a apreciar e incluso a aferrarme a mis prioridades en la vida.
Digo esto porque muy a menudo, a mi pesar, me he topado con padres de familia dispuestos a apoyar a sus hijos dentro del deporte, en ocasiones de manera mal enfocada, llegando al extremo de olvidar por completo sus prioridades en la vida; y no creo que éstas sean muy distintas a las de la mayoría de nosotros.
Creo convincentemente que una de nuestras misiones como guías de nuestros hijos es apoyarlos para que sean felices, dándoles las herramientas que están a nuestro alcance y conocimientos acerca de nuestro mundo. Así como apoyo y compartiendo nuestras experiencias con ellos.
Pero desgraciadamente muchas veces confundimos esas prioridades de las que hablo con nuestros propios anhelos; ya sean realizados o sin cumplir. ¿Cuántos padres-exdeportistas frustrados- esperan que sus hijos alcancen los éxitos que ellos no pudieron obtener, a costa de sacrificar los propios deseos del niño, su salud o su felicidad?
Uno de los riesgos más trascendentes y dolorosos cuando practicamos algún deporte son las lesiones. Y son aún más dolorosas, cuando los lesionados son nuestros hijos. Ya sea que ellos formen parte de un equipo del club, una selección nacional o sean campeones mundiales; tener un pie lastimado, una espalda adolorida o una rodilla inflamada, duelen igual para todos. Pero, ¿cuál es nuestra reacción cuando nos informan que nuestro hijo no podrá entrenar porque está lastimado? muchos de nosotros podríamos contestar que lo más importante será llevarlo al médico; no obstante, créanme que algunos padres lo primero que piensan es ¿cuándo podrá volver su hijo al entrenamiento o a la concentración?, cuántos días perderá y si estará listo para la competencia que tiene en puerta?. No digo que este mal, solo que por orden de importancia, debería de quedar en segundo término. Y aquí es donde rescatamos el título de este artículo …¿cuáles son nuestras prioridades?
¿Está en primer lugar que nuestro hijo no pierda su lugar en el equipo? ¿Qué no pierda condición física porque se avecina el selectivo Mundial o Centroamericano? ¿Qué el patrocinador se vaya a enojar porque pierda un torneo por ausencia?, creo que estos temores podrían ser válidos, no obstante, ¿dónde queda la integridad física de nuestros hijos?
Una lesión no es cualquier cosa, sabemos que se puede originar por muchas situaciones diferentes, sin embargo lo que quiero resaltar ahora es la importancia de un buen diagnóstico a tiempo y su pronto tratamiento, ya que se pone en riesgo su salud y en segundo término, su desempeño deportivo.
¿Cómo es esto? Pues desatendiendo la apropiada recuperación de un dolor de espalda, una rodilla hinchada, un codo inutilizado y dándoles poco valor médico o, llevándolos al entrenamiento antes de que se cumpla el tiempo de descanso recomendado, para después convertirse en problemas realmente graves, que algunas veces los llevan a ser candidatos idóneos para los cirujanos y, no en pocas ocasiones, a afectarles emocionalmente. Atenderlos a tiempo y con médicos calificados no tiene precio alguno, pues estamos cumpliendo con nuestra primera prioridad para con nuestros hijos: la procuración de su salud. Esto traerá como resultado una óptima rehabilitación y así podrá continuar con sus actividades.
Además de que recuerden que estamos enseñándolos a ser responsables con su cuerpo y así mismo con su vida. Con nuestro ejemplo nuestros hijos se nutrirán y crearán sus propias prioridades de la vida…. ¿cuáles quieren ustedes que sean?
Considero que los padres y entrenadores deberíamos respetar escrupulosamente los derechos de los niños en el deporte, los cuales han sido enunciado por la organización conocida como Panathlon Internacional.
Carta de derecho de los niños en el deporte:
Derecho de entretenerme y jugar.
Derecho de practicar deporte.
Derecho de aprovechar de un ambiente sano.
Derecho de ser rodeado por buenos compañeros y protegido y entrenado por personas competentes.
Derecho de hacer entrenamientos apropiados a mis ritmos.
Derecho de competir con jóvenes que tienen las misma posibilidades de éxito que tengo yo.
Derecho a practicar mi deporte dentro de la máxima seguridad.
Derecho de tener adecuadas pausas para descansar.
Derecho a no ser solamente un campeón.
(Obtenida de: Sánchez, A.; Hûbner, G. 2001. NATACION: Programa Nacional de Entrenamiento. Manual del Entrenador. FMN. CONADE. CODEME.)