Después de dormir durante la noche, el organismo solicitará que le suministres energía, pues acabas de pasar por un ayuno prolongado de ocho horas, tiempo estándar que una persona duerme. En el periodo de sueño tu cuerpo se ha mantenido en funcionamiento gracias a las reservas aportadas por la cena, pero una vez agotadas, algunas funciones cerebrales seguirán aletargadas y parte de nuestro cuerpo todavía se encontrará “dormido”.
Para contrarrestar este efecto es indispensable que te proporciones un buen desayuno. Esta comida es la más importante del día por varias razones, la principal es suministrar al cuerpo nutrientes básicos para el desarrollo de nuestras actividades a lo largo del día. Es por eso que un buen desayuno debe combinar grupos alimenticios como cereales, lácteos, frutas y derivados cárnicos como jamón, salchichas, o bien, un jugoso pedazo de res o pollo.
A temprana edad es importante el desayuno, ya que ayuda a que los niños comiencen a tener mejor rendimiento en las actividades escolares, además de que se ejercitará de manera óptima su memoria y contarán con mayor capacidad de retención, lo que puede influir en su desempeño escolar. Pero sobre todo, el desayuno es un hábito alimentario que llega a condicionar el estado físico, psíquico y nutricional, no sólo de los niños y adolescentes, sino de personas de todas las edades.
A veces nuestras complicadas agendas no contemplan el desayuno, pero esto puede llegar a ser dañino, ya que las personas que no desayunan suelen seguir una dieta de peor calidad, lo cual tiene graves consecuencias para el organismo como cansancio crónico, decaimiento, falta de concentración, mala memoria y mal humor, debido al déficit de glucosa, nuestro principal combustible energético.
Empezar cada mañana con un desayuno saludable y equilibrado es una forma inteligente de comenzar el día. Un buen desayuno debe cubrir del 25 al 30% de las necesidades energéticas diarias.
Para obtener un desempeño óptimo en las actividades cotidianas se debe tomar un desayuno balanceado de lácteos, cereales, fruta y carne. En casa, tú puedes tomarlo si incluyes en tu menú un vaso de leche, un plato de fruta, un huevo revuelto con jamón y una taza de leche.
Ana Lara
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