No se trata ni de echarle ganas ni de ponerse tristes porque no se alcanzó el último par de tenis en la tienda. La depresión es algo más fuerte que eso.
El trastorno depresivo es una enfermedad que puede afectar nuestro cerebro, ánimo y manera de pensar. También nuestros hábitos alimenticios y de sueño. Padecer esta enfermedad puede aturdir la autoestima y deteriorar nuestra calidad de vida.
Algo que debemos tener muy claro es que un trastorno depresivo no es lo mismo que un estado pasajero de tristeza. No indica debilidad personal y la mayoría de las personas que padecen depresión puede mejorar con un tratamiento adecuado.
Las causas de depresión son el resultado de la acción de varios factores: químicos, hormonales, genéticos y psicosociales, es decir, el entorno en el que crecemos o vivimos. En algunas familias la depresión se presenta generación tras generación. Sin embargo, también puede afectar a personas que no tengan antecedentes familiares.
Hasta el momento se ha catalogado a la depresión en tres tipos: depresión severa, distimia y trastorno bipolar. En cada una de estas clases, el número, la gravedad y la persistencia de los síntomas varían.
La depresión severa se manifiesta por una combinación de síntomas que interfieren con la capacidad para trabajar, estudiar, dormir, comer y disfrutar de actividades que antes eran placenteras. A veces, los episodios de depresión muy incapacitante ocurren sólo una vez en la vida de una persona, sin embargo, no es extraño que se presenten dos o más a lo largo de la misma.
La distimia, un tipo de depresión menos grave, incluye síntomas crónicos (a largo plazo) que no incapacitan tanto, pero interfieren con el funcionamiento y el bienestar de las personas, quienes también pueden padecer episodios depresivos severos en algún momento de su vida.
Otro tipo de depresión es el trastorno bipolar, llamado también enfermedad maníaco-depresiva. Éste no es tan frecuente como los otros. Se caracteriza por cambios cíclicos: fases elevadas o eufóricas (manía) y fases de ánimo bajo (depresión). Escucha a tu organismo si has notado…
Estado de ánimo triste, ansioso o \”vacío\” en forma persistente, sentimientos de desesperanza, culpa, inutilidad, desamparo y pesimismo. Pérdida de apetito, sueño y de interés en pasatiempos y actividades que antes se disfrutaban, incluyendo la actividad sexual. Disminución de energía, fatiga, agotamiento, sensación de estar \”en cámara lenta\”. A veces también puedes experimentar dificultad para concentrarte, recordar y tomar decisiones; dormir o comer más de la cuenta y hasta pensamientos de muerte o suicidio.
El primer paso para recibir un tratamiento adecuado para la depresión consiste en un examen médico. Ciertos medicamentos, así como algunas enfermedades, por ejemplo infecciones virales, pueden producir sus mismos síntomas, por eso es importante que acudas a un especialista si crees que la padeces. El médico debe descartar esas posibilidades por medio de un examen físico, te entrevista y realiza análisis de laboratorio. Si las causas físicas son descartadas, se procede a una evaluación psicológica.
Existe una gran variedad de medicamentos antidepresivos y psicoterapias que se pueden utilizar para tratar los trastornos depresivos e incluyen los “inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina” (ISRS), los tricíclicos y los “inhibidores de la monoaminoxidasa” (IMAO). La psicoterapia como método único es efectiva en algunas personas con formas más leves de depresión.
Al contrario de lo que algunas personas creen, los medicamentos antidepresivos no crean hábito. Sin embargo, como sucede con cualquier tipo de medicamento recetado por periodos prolongados, deben ser supervisados cuidadosamente por el especialista para determinar si se están suministrando en una dosis correcta.
En algunas personas, los antidepresivos pueden causar efectos secundarios que generalmente son leves y temporales (conocidos como efectos adversos). Por lo general son molestos, pero no graves. Sin embargo, si se presenta una reacción o efecto secundario inusual o que interfiere con el funcionamiento normal, se debe acudir al médico de inmediato. Cómo te puedes ayudar si estás deprimido
• Fíjate metas realistas, tomando en cuenta la depresión. No trates de asumir una cantidad excesiva de responsabilidades
• Trata de estar acompañado y de confiar en alguna persona
• Toma parte en actividades que te ayuden a sentirte mejor
• Haz ejercicio liviano, ve al cine, participa en actividades recreativas, sociales o de otro tipo
• No esperes que tu estado de ánimo mejore de inmediato, sino gradualmente
• Es aconsejable que pospongas las decisiones importantes hasta que la depresión mejore
• Recuerda, patrones positivos de pensamiento eventualmente van a reemplazar los pensamientos negativos que son parte de la depresión
• Pero, sobre todo, deja que el médico, familiares y amigos te ayuden
Debemos tener bien claro que acusar a la persona deprimida de simular enfermedad o ser perezosa es el peor camino que se puede tomar. Es una situación de la que no se sale de un día a otro, pero que en la mayoría de los casos, con el tratamiento adecuado, se supera.