Correr, todo un rito

Participar en una carrera no sólo es ponerse los tenis, formarse en la línea de salida y salir en estampida. Correr, es mucho más que eso… Es, quizá, todo un ritual que inicia desde que el corredor se fija una meta para su primera, décima, vigésima o trigésima competencia.

Muchas veces, quienes corren sus primeros 5 kilómetros, llegan ahí con el objetivo de cumplir una apuesta, responder a una invitación o simplemente por el gusto de vivir la experiencia. Y como suele suceder siempre en la primera ocasión, rara vez la planean y se preparan para vivirla y recordarla.

Ellos, los primerizos, pocas veces se entrenan y si lo hacen, es sólo para terminarla. Se ponen la ropa más cómoda que encuentran y llegan poco antes de la hora marcada para medio estirarse. Desconocen la mecánica de las carreras: no saben si hay guardarropa ni cómo se sujeta el chip.

Así que, se acercan al corredor que suponen tiene un poco más de experiencia e imitan prácticamente todos sus movimientos. Sin querer, pues lo hace de manera más inconsciente que consciente, adopta un ritual cuyo sentido descubrirá carreras más tarde.

La iniciación…
De esa, su primera experiencia, dependerá si sigue adelante o de plano se retira. Pocos, realmente pocos, desisten. La mayoría se queda en este mundo, pues después de sentir esa adrenalina correr por sus venas, será difícil renunciar a ella.

Quienes deciden continuar en las carreras callejeras, poco a poco sentirán esa necesidad de plantearse objetivos inmediatos, de implementar estrategias de entrenamiento y encontrar ese motor “espiritual” que los impulse a llegar a la meta.

Al principio, muchas cosas las harán por inercia y otras más las adoptarán de otros camaradas o amigos que comparten la misma afición; las modificarán o las enriquecerá según su propia experiencia o de acuerdo a los resultados obtenidos.

Y así, de esta forma al principio empírica, poco a poco el corredor construirá lo que para algunos podría ser una metodología, pero para otros, es todo un ritual imprescindible sin el cual será complicado obtener los resultados esperados y ansiados.

El principio básico…
Si bien cada corredor le imprime un sello especial o característico, pues mucho depende de las creencias religiosas, místicas, esotéricas o simplemente científicas que tenga cada uno, muchos de sus rituales son similares y muy parecidos entre sí.

Y es que, la mayoría parte de un principio fundamental: una meta, un objetivo a cumplir. Ya sea simplemente terminar la distancia, mejorar su marca, figurar dentro de los primeros lugares de su categoría o subirse al podium de ganadores, el chiste es alcanzarlo.  - 1 La diferencia, quizá, está en la forma de conseguirlo. Muchos buscan un entrenador profesional o se inscriben a un club de corredores para aprender ciertas técnicas de entrenamiento. Otros lo hacen de manera autodidacta y si algo les funciona lo adoptan de por vida.

Más temprano que tarde, se darán cuenta que no basta un buen entrenamiento, sino que se requiere también de una dieta adecuada, fuerza de voluntad y también, lo que podríamos denominar “combustible espiritual o emocional”.

Las creencias…
Tanto en México como en el extranjero, muchos corredores mexicanos dedican la carrera a un ser querido: padre, madre, hermano, hijo, amigo, pareja o simplemente a Dios o a la Virgen de Guadalupe.

Eso, resulta para ellos, esencial puesto que en los momentos críticos de la competencia, cuando sienten que su cuerpo parece desfallecer, se aferran a la imagen de ese ser a quien no quieren fallarle y entonces no piensan en el dolor ni en el cansancio, solo imaginan llegar a la meta para abrazar a ese ser querido y decirle: “Misión cumplida”.

Otros corredores, por creencias o simple superstición, llevan a la vista o escondidos amuletos o utilizan playeras, shorts, muñequeras, calcetines, gorras, tenis, medallas o cualquier objeto que consideran de “buena suerte” para ellos.

Si no portan alguno de esos objetos, no reciben la bendición de un ser querido, no dedican la carrera a alguien o no se persignan antes de de la salida, se sienten desprotegidos e inseguros. Sienten que algo les falta, se distraen y, en algunas ocasiones, su rendimiento no resulta ser el mismo.

Al pie de la letra…
Ya sea por creencias, superstición o simplemente fe, un corredor creará e implementará su propio ritual. Casi nunca lo alterará y si lo hace, podría sufrir graves consecuencias.

Hay quienes preparan su “ajuar” desde un día antes, limpian sus tenis de la suerte y colocan en la playera su número de corredor. Se despiertan temprano y tratan de llegar mínimo una hora antes del arranque para estirar y ubicarse en el mejor lugar de salida.

Unos, antes de partir rumbo a la carrera, se comen un plátano, toman agua y van al baño. No vaya a ser la de malas y no puedan terminar debido a tan semejante necesidad. Y aunque cada corredor aplica un ritual distinto, de acuerdo a su experiencia y sus creencias, lo cierto es que sin él no podría llegar a cumplir su META.

En este tema, ha crecido a tal grado del ritual del corredor y su aspecto místico, que ya circula por ahí el siguiente rezo.

Oración del Corredor

Gracias te doy señor, por permitirme correr esta maratón.

Te agradezco por esta vida que me has dado, por dejarme penetrar en este mundo maravilloso del correr.

Por que cada día, en mi entrenamiento, me abres los ojos, los oídos, los pulmones, el corazón, y me permites a mi alma y a mi cuerpo adentrarse en la naturaleza que has creado para que yo la disfrute.

Gracias te doy, Señor, porque en la deliciosa soledad de mi entrenamiento me permites acercarme a ti, al tratar de comprender mejor a mis semejantes y a mí mismo, abriendo mi alma y mi cuerpo a todas las criaturas que has creado.

Te doy gracias porque has permitido que supere hoy lo que fui ayer.

Gracias te doy por mi cansancio, mi sudor, mis privaciones, mi soledad y por la inmensa alegría que me invade tras mi diario entrenamiento.

Gracias te doy, Señor, porque en mi diario correr permites que mi familia, mis amigos, mis vecinos y todas las personas que encuentro en los caminos, me saluden y me animen,

Te agradezco también, Señor, por dejarme conocer este mundo de dicha que es el correr y compartir con tanta gente corredora entusiasta con la que nos identificamos.

Gracias te doy, Señor, por este nuevo día, por permitirme ver el sol, respirar el aire, sentir la lluvia; por mi visa, por mi salud, por mi familia, por mis alimentos, por mi trabajo, por mis amigos, por mi entrenamiento, por mi entrenador, por mi descanso y… te pido, Señor…

¡Ayúdame a terminar esta maratón!

Cumple 100 años la actual distancia del maratón

Seguramente alguna vez te haz preguntado porqué un maratón tiene un trayecto de 42 kilómetros con 195 metros, esa distancia exacta que parece una medida arbitraria. Bueno, de hecho lo es, pero, ¿de dónde viene y a qué causas responde dicha longitud?

Quizá también haz escuchado o leído la famosa historia, que en el año 490 a. de C. del soldado griego Filípides (algunos lo conocen como Fidipides o Pheidipides) a quien se le encomendó ir a dar la noticia de que habían ganado la batalla de Maratón, por lo que tuvo que correr la distancia entre esta localidad y Atenas, que era más o menos de 40 kilómetros, aunque no se sabe la medida con exactitud.

Varios siglos después llegaron los Juegos Olímpicos de la era moderna y la prueba del maratón se ubicó, desde sus inicios, como la prueba reina y la más espectacular de la jornada olímpica. Pero su distancia era un tanto variable rondando los 40 kilómetros.

La distancia actual…
Desde el año 1924, año en que se realizaron los Juegos Olímpicos en París, quedó oficialmente determinada la distancia que sigue siendo hasta la actualidad. A partir de ese momento quedó definida y reglamentada en 42 mil 195 metros o 26 millas con 385 yardas, que fue lo que midió exactamente la ruta de los Juegos Olímpicos de Londres en 1908.

A partir de ese momento, esta caprichosa distancia se fijó en 42 mil 195 metros (o 26 millas con 385 yardas) como la medida estándar internacional para definir definitivamente la prueba del maratón.

El reporte oficial de los juegos olímpicos nunca dio una explicación del porqué se decidió así, lo que hizo crecer los mitos y los suposiciones en relación a que todo se debió a la Princesa de Gales quería que sus hijos vieran la salida o que la Reina Alejandra quería que la prueba maratónica finalizara frente a su palco en el Great Stadium.  - 1 Los peripecias…
Los funcionarios encargados de organizar los Juegos Olímpicos encargaron al Comité Olímpico Internacional y al Consejo Olímpico Británico (BOC) para que midieran la ruta que se calculaba entonces en 40 kilómetros.

A su vez el BOC encargó a la Asociación Atlética Amateur (AAA) que midieran la ruta y ésta, por su parte, buscó el apoyo y la asesoría del Politécnico Harriers, uno de sus organismos dependientes.

En primera instancia se concibió la idea de que la carrera partiera del Castillo de Windsor, pasando por las famosas escuelas de Eton y Harow hacia el estadio.

La AAA quería que el maratón arrancara en los campos del Castillo de Windsor, pero por razones prácticas el Politécnico midió la ruta desde el lugar donde se encuentra la estatua de la Reina Victoria, al pie del castillo. Así que la distancia hacia del estadio era de 25 millas, más la vuelta al estadio, es decir, un total de 41 kilómetros.

Las refutaciones…
Esa primera propuesta no fue aceptada y vinieron las objeciones porque se percataron que las últimas millas del trayecto no contaban con las condiciones apropiadas para los corredores, pues el empedrado estaba disparejo.

Jack Andrew, asesor del Politécnico Harriers, hizo ajustes en la ruta y esto significó algunos cientos de yardas más. Finalmente se concluyó que la salida iba a ser en una de las terrazas del lado oeste del castillo, pero no precisamente por un capricho de la Princesa de Gales, sino porque los organizadores quisieron evitar que los espectadores obstruyeran la salida.

Con este ajuste se sumaron 300 yardas al trayecto, lo cual dio un total de 26 millas al principio de la pista que se sumó la vuelta al estadio (586 yardas y 2 pies) y finalmente quedó en 42.379 kilómetros.

Más ajustes…
La cosa no quedó ahí, pues los organizadores de los Juegos Olímpicos decidieron realizar un nuevo ajuste para recortarlo, de tal suerte que la meta quedó justo en frente del palco real.

Tanto los detalles de esta ruta como el mapa que se encuentran resguardados en los archivos del Politécnico Harriers confirman que la distancia del maratón se definió el 25 de abril de 1908.

No obstante, la primera ocasión en la cual se corrió el primer maratón de 42 mil 192 metros (la distancia oficial que se utiliza hasta ahora) fue en los Juegos Olímpicos de Londres el 24 de julio de 1908.  - 2 El dramático final…
En aquella mañana del 24 de julio de 1908 arrancó el maratón, sin imaginar el desenlace. Y es que en esta primera carrera, misma que ganó Dorando Pietro de Italia, seguido de Johnny Hayes de Estados Unidos y Tom Langboat de Canadá, fue dramática.

Si bien Pietro entró al Great Stadium en primer lugar, más tarde una fotografía reveló que el corredor italiano fue auxiliado por los oficiales antes de llegar a la meta. Por tal motivo, fue descalificado por el Comité Organizador de los Juegos Olímpicos.

Así que Johnny Hayes, quien cruzó la meta en segundo lugar, obtuvo otro, mientras que Tom Langboat se hizo acreedor a la plata. Y como Pietro, era finalmente el mejor corredor del mundo, se le entregó la copa de la Reina como premio de consolación.

Calambres ¿Qué son y cómo prevenirlos?

Imaginemos: una noche de sueño placentero después de un día de intensa actividad física.

Involuntariamente, mientras dormimos, un estiramiento desencadena la contracción de un músculo, digamos, detrás de la rodilla. Hay dolor e incrementa conforme avanza el tiempo. Es un dolor extraño: insoportable y cansado. Después, tranquilidad. Ha pasado todo. ¿Qué fue y por qué pasó?

Un calambre es una contracción súbita, casi siempre breve, incontrolable y dolorosa de las fibras de uno o varios músculos. Aunque han sido relacionados siempre con la práctica deportiva y los trabajos físicos prolongados, ya que la fatiga muscular y la pérdida de agua, sodio y potasio que sufre el organismo al sudar es una de las causas que propicia su aparición, también son causados por fumar; consumir alcohol, refresco de cola y café; mantener una mala postura mientras dormimos; bajas temperaturas; usar zapatos con tacón demasiado alto o sandalias planas no acolchonadas; durante el periodo menstrual o embarazo; por trastornos circulatorios a raíz de alguna cirugía o usar prendas demasiado ajustadas.

La causa de un calambre, como vemos, en realidad puede llegar a ser un misterio únicamente descifrable al conocer los hábitos de vida de cada persona, aunque existen especialistas que afirman que, más allá de la rutina diaria de cada caso, son determinantes un bajo nivel de calcio o potasio en la sangre, y la deshidratación del organismo.

Si bien los detonantes de un calambre son inciertos y muy variables, existen medidas preventivas que pueden ayudar a reducir la probabilidad de padecer uno:
 - 1 En caso de emergencia

Para controlar un calambre lo más pronto posible es recomendable estirar de inmediato los músculos contraídos para cambiar las sensaciones musculares de un impulso de contracción a otro de relajación.

Se ha dicho mucho, desde aplicar masajes con aceite alcanforado y un baño caliente; hielo para aliviar la hinchazón o compresas frías de agua y vinagre; sumergir los pies en agua helada durante no más de dos minutos para favorecer la circulación sanguínea; hasta fomentos calientes de flores de heno y manzanilla. Todos ellos forman parte de los remedios que de boca en boca se transmiten con el fin de aliviar un calambre.

Debemos considerar que cuando un músculo sufre una contracción severa, debe ser tratado como un miembro dañado y darle el cuidado adecuado, pues un descuido podría derivar en un desgarre de tejidos.

Si sufres calambres de forma recurrente y cada vez más intensos, es preciso acudir con tu médico para un diagnóstico profesional. NULL