Has hecho abdominales hasta caer reventado, todos los días durante los dos últimos meses, pero de tus músculos… ni rastro. ¿Sabes qué pasa? Nosotros sí.
Descuidar el trabajo aeróbico, aparte de no cuidar la alimentación. Si ejercicio aeróbico, por muy tonificada que tengas la pared abdominal, no vas a poder presumir tu lavadero. La explicación está en que los ejercicios abdominales queman pocas calorías. La incidencia del trabajo abdominal se da más a nivel de la propia fibra muscular, que se endurece e incluso aumenta de volumen, sin embargo, no hace nada por quitarse de encima la capa de grasa de reserva que la recubre.
Si quieres mostrarle tu abdomen al mundo tienes que saber que, más importante aún que perder peso, es perder peso en forma de grasa. Pesar menos y mantener o incluso aumentar la cantidad de grasa significa que estás haciéndolo mal: has eliminado músculo y agua. Esto es muy habitual en casos de dieta sin ejercicio.
Mantener el mismo peso y rebajar el porcentaje graso de tu cuerpo es una buen señal, propia de quien se ejercita, porque casi con total seguridad significará que estás intercambiando grasa por músculo. En este caso, aparte de tener un aspecto más saludable, tendrás un consumo energético mayor, incluso cuando estás en reposo, porque el músculo quema energía, a diferencia de la grasa: tu metabolismo estará más acelerado y será más difícil que vuelvas a ganar peso.
Si quemas calorías con un buen programa de ejercicios aeróbicos (bicicleta, correr, patinar, nadar, aeróbic, etc), que complemente a tu programa de abdominales, tirarás del “combustible que tienes encima del cinturón”, descubriendo esos músculos que se esconden debajo. NULL NULL