Al hacer ejercicio al aire libre trae consigo los inevitables riesgos de enfermarse. La recomendación general es consumir mucha vitamina C, ¿pero qué cantidad exacta necesitamos y cómo obtenerla? Un estudio de mercado arrojó que la vitamina más publicitada en los últimos 20 años es la vitamina C. Mark Rodin, el publicista que dirigió el estudio, explica que “se encontró que en la cultura popular tienen muy asimilado el consumo de vitamina C y de los productos que la aportan, aunque en realidad constituya más bien una serie de mitos y clichés generados por la misma publicidad; por caso, la inmediata relación entre el término vitamina C y la imagen de una naranja”.
De hecho, una de las preguntas que incluyó la encuesta del estudio fue: “¿Con qué color relacionas la vitamina C?” La respuesta era casi obvia: anaranjado.
Vuelve a explicar Rodin: “No es que las personas realmente lo asocien con el color anaranjado, sino que las imágenes que guardan en su memoria, obviamente producto de la publicidad, son las que dan como respuesta”.
En resumen, lo que podemos encontrar en este estudio es que aunque parece que conocemos todo sobre la vitamina C, en realidad sabemos muy poco, de hecho lo único que tenemos claro es que sirve para fortalecer el organismo en caso de un resfriado y que los medicamentos que la contienen siempre serán color naranja.
¿Pero sabemos realmente qué es la vitamina C y los alimentos que más la aportan, o cuál es la cantidad necesaria que el organismo necesita y la mejor forma de obtenerla? No se sientan mal, la mayoría sólo sabemos lo que los anuncios de televisión nos venden.
Vitamina C, la verdadera
Junto a la vitamina B, se incluye en el grupo de las hidrosolubles, y contrario al mito general, su principal virtud no radica en la prevención de una gripe, sino en el buen desarrollo de huesos, dientes y vasos sanguíneos, ya que contribuye a la producción de colágeno. Además, combinada con la vitamina A y E, reduce la oxidación de la piel, sirve como agente anti infeccioso y ayuda a la mejor absorción del hierro. Es más, originalmente ni siquiera se llama vitamina C, sino ácido ascórbico, pero para efectos de tipificación, en los grandes laboratorios decidieron clasificarla como C.
Otro dato interesante es que los humanos no generamos naturalmente vitamina C, y puesto que los animales tampoco, no hay alguna carne que aporte esta vitamina, por lo que debemos buscarla en frutas y verduras.
Para seguir derribando mitos, la naranja no es la “bomba de vitamina C” que dice ser, sino el pimiento, que contiene hasta cuatro veces más. Aunque quizás era menos estético como para aparecer en comerciales.
Finalmente, la dosis diaria sugerida es de 60 miligramos, que puedes obtener de un platillo con un poco de pimiento o medio vaso de jugo de guayaba (y sí, también de una naranja).