Imaginemos: una noche de sueño placentero después de un día de intensa actividad física.
Involuntariamente, mientras dormimos, un estiramiento desencadena la contracción de un músculo, digamos, detrás de la rodilla. Hay dolor e incrementa conforme avanza el tiempo. Es un dolor extraño: insoportable y cansado. Después, tranquilidad. Ha pasado todo. ¿Qué fue y por qué pasó?
Un calambre es una contracción súbita, casi siempre breve, incontrolable y dolorosa de las fibras de uno o varios músculos. Aunque han sido relacionados siempre con la práctica deportiva y los trabajos físicos prolongados, ya que la fatiga muscular y la pérdida de agua, sodio y potasio que sufre el organismo al sudar es una de las causas que propicia su aparición, también son causados por fumar; consumir alcohol, refresco de cola y café; mantener una mala postura mientras dormimos; bajas temperaturas; usar zapatos con tacón demasiado alto o sandalias planas no acolchonadas; durante el periodo menstrual o embarazo; por trastornos circulatorios a raíz de alguna cirugía o usar prendas demasiado ajustadas.
La causa de un calambre, como vemos, en realidad puede llegar a ser un misterio únicamente descifrable al conocer los hábitos de vida de cada persona, aunque existen especialistas que afirman que, más allá de la rutina diaria de cada caso, son determinantes un bajo nivel de calcio o potasio en la sangre, y la deshidratación del organismo.
Si bien los detonantes de un calambre son inciertos y muy variables, existen medidas preventivas que pueden ayudar a reducir la probabilidad de padecer uno:
En caso de emergencia
Para controlar un calambre lo más pronto posible es recomendable estirar de inmediato los músculos contraídos para cambiar las sensaciones musculares de un impulso de contracción a otro de relajación.
Se ha dicho mucho, desde aplicar masajes con aceite alcanforado y un baño caliente; hielo para aliviar la hinchazón o compresas frías de agua y vinagre; sumergir los pies en agua helada durante no más de dos minutos para favorecer la circulación sanguínea; hasta fomentos calientes de flores de heno y manzanilla. Todos ellos forman parte de los remedios que de boca en boca se transmiten con el fin de aliviar un calambre.
Debemos considerar que cuando un músculo sufre una contracción severa, debe ser tratado como un miembro dañado y darle el cuidado adecuado, pues un descuido podría derivar en un desgarre de tejidos.
Si sufres calambres de forma recurrente y cada vez más intensos, es preciso acudir con tu médico para un diagnóstico profesional. NULL