Como homenaje a la guerra entre griegos y persas, pero también al corredor Fidípides, se incluyó en las olimpiadas una prueba denominada maratón que consistía en recorrer 42 kilómetros de distancia a pie.
Por Ramón Campos Cué* Las personas que practican el deporte de las carreras en el mundo, a menudo se enteran de algunas hazañas que en ese deporte se han hecho en tiempos actuales o pasados y que les llaman poderosamente la atención por lo extraordinario de la acción, por las adversidades que hubo de vencer y que, por ello, quedan grabadas en su memoria.
En esta nota me referiré a una hazaña que a mí, en lo particular, me han llamado mucho la atención y que quiero compartir con ustedes y espero que les cause el mismo impacto.
Y todo comenzó…
Hablamos de un hecho acaecido hace poco más de 2500 años. Los protagonistas surgieron de dos potencias de aquel entonces: los griegos, uno de los más grandes portadores de la cultura y el arte de la humanidad, y los persas como los militares más dominantes y que habían creado un gran imperio en la época a la que nos referimos.
Las grandes ciudades griegas como Atenas y Esparta no estaban bajo el imperio persa, aún cuando todas sus colonias estaban dominadas por éstos. Por ello, debido a un error estratégico, Atenas decidió apoyar la liberación de los Jónicos de Mileto, que geográficamente estaban ubicados en la península de Anatolia, dentro del Asia Menor.
Y para esto los atenienses se dirigieron, en compañía de las fuerzas militares de sus vecinos de Eretria en el 498 a C, a Jonia y ayudaron a éstos en su lucha. Para completarla, junto con los jonios, se trasladaron a la satrapía persa más próxima que se encontraba en la pequeña ciudad de Sardes y que después de tomarla, la incendiaron.
La respuesta a este grave error no tardaría en llegar. Mientras que los atenienses se regresaron a su patria sin aparente problema, los jonios en el camino a casa encontraron a los persas frente a sus costas y éstos los derrotaron e impusieron nuevamente su mando total.
Por otra parte Darío, el monarca persa, se puso muy furioso y preparó la respuesta para los invasores que consistiría en tomar e incendiar a la propia Atenas, lo cual al saberse puso a temblar a todos los atenienses.
Apoyo de un corredor profesional…
En el año 490 a C, ante el inminente ataque persa, los atenienses se prepararon para resistir, mientras que solicitaban a Esparta (la otra gran ciudad griega famosa por su fuerza militar) su ayuda y para ello utilizaron a un gran corredor profesional llamado Fidípides, para que atravesara los 160 kilómetros que había de Atenas a Esparta.
Este corredor cumplió su tarea, pero sin lograr mayor éxito, ya que la tradición del pueblo espartano dictaba que no habrían de participar en ninguna batalla hasta que hubiera luna llena y cuando llegó Fidípides aún faltaban 9 días para tal evento.
Mientras tanto Eretría, la vecina de Atenas, fue tomada e incendiada por los persas y a los atenienses no les quedó mas remedio que enfrentar a estos terribles enemigos que los superaban ampliamente en número y que habían llegado por mar a una pequeña región llamada Maratón, distante unos 42 kilómetros de la propia Atenas.
Todas estas gestas épicas fueron narradas por el gran historiador griego Heródoto. Se dice que, tras varios días de preparación para la batalla de ambos ejércitos, uno de los jefes militares griegos, Milcíades (quién tenía amplia experiencia tanto con sus paisanos como con los persas, a los que antaño se había sometido y servido), se había ganado el odio persa y por ello tuvo que refugiarse en su patria y enfrentarse a los persas.
Antes de iniciar hostilidades los demás militares que le acompañaban en el mando, pensaban en una rendición razonable mientras que él, basado en su experiencia, los convenció no sólo de luchar sino de atacar primero y el resultado fue funesto para los persas que en esta gesta perdieron más de 6 mil hombres en tanto que de los atenienses sólo murieron 192. El portador de la noticia…
Se narra que, ante tan sorprendente victoria y sabiendo del temor que existía en Atenas ante su irremediable destrucción, los vencedores decidieron enviar la noticia de su triunfo lo más velozmente posible y nuevamente encargaron al gran corredor Fidípides ser ahora portador de esa gran noticia.
Fidípides emprendió el recorrido de aproximadamente 42 kilómetros y se dice que llegó a Atenas y exclamo “hemos vencido” y en ese momento falleció. Como un homenaje a esta gesta y a Fidípides, se incluyó desde entonces en las olimpiadas, una prueba denominada maratón que consistía precisamente en recorrer tal distancia a pie.
Fue hasta casi 24 siglos después que la prueba olímpica denominada maratón, se ajustó en distancia a lo que actualmente se le conoce que son 42.195 kilómetros. Este hecho aconteció precisamente en los juegos olímpicos de Londres de 1908, en donde al realizarse esta prueba, el capricho de una reina por ver pasar a los competidores, obligó a aumentar los 195 metros. La reina fue Alejandra de Dinamarca, consorte del Rey Eduardo VIII de Inglaterra.
Un dato adicional, originado en esa misma olimpiada del 1908, que vale la pena agregar, es el relativo a la frase que decía “lo importante no es ganar sino participar” y que fue pronunciada en uno de los discursos del Barón Pierre de Coubertin, fundador de los juegos olímpicos modernos.
* Ramón Campos Cué:
Exitoso empresario mexicano que ha participado en 40 maratones, 13 de ellos en Nueva York y siete de México a Cuernavaca. Su pasión por correr lo ha llevado a grandes y famosos eventos de carreras realizados en Boston, Chicago, Washington, Vancouver, Munich, Praga, Rótterdam y Davos. A los 60 años inició su trayectoria en ultramaratones de más de 80 kilómetros como, por ejemplo, el Maratón de las Arenas que se realiza en el Desierto del Sahara. Hoy, a sus 68 años de edad, sigue corriendo y recorriendo el mundo.