Nora Toledano, mujer de mar

El primer contacto con el mar

Cuando era niña Nora Toledano jugaba con su hermano a descubrir quién sería el primero en ver el mar. Mientras viajaban por la carretera, ella esperaba emocionada ser la primera en ver el margen del agua, lo que indicaba que pronto llegarían al punto donde iniciaban las vacaciones. Al llegar, la primera acción de la pequeña era quitarse los zapatos y mojarse los pies entre el vaivén de las olas.

Su primera instructora de natación fue su madre, Dora Cadena, quien le enseñó a flotar para evitar un accidente cuando visitaban a sus familiares en Cuernavaca:

“A mi mamá le daba mucho miedo que me fuera ahogar; estoy hablando que tenía como dos años y medio, y desde esa edad mi mamá me empezó a enseñar a flotar y a mover los brazos”.

Desde ese instante, Dora se convertiría en la compañera y el apoyo de Nora en su camino por la natación.

Su formación como nadadora comenzó a los cuatro años en una escuela privada de natación; tuvo que esperar dos años más para cumplir con la edad reglamentaria (6 años) y tomar clases en la Alberca Olímpica. A los 11 años, el reconocido entrenador de aguas abiertas Raúl Villagómez observó el desempeño de Toledano en la alberca y la invitó a unirse a su equipo. Pocos meses después, como parte del programa de pretemporada, llevó a sus alumnos al Maratón Guadalupano, en Acapulco. Fue en ese lugar que Nora nadó un kilómetro en aguas abiertas por primera vez; la atracción al mar se dio de manera automática, como un conjuro:

“La experiencia y la sensación de nadar en el mar me encantó desde esa edad”, platica la nadadora.

Ese evento marcó para siempre su desarrollo deportivo.

El compromiso de terminar la escuela

Nora Toledano sonríe antes de nadarAdemás de los entrenamientos de alto rendimiento, que comenzaba a las cinco de la mañana, Nora tenía un compromiso con su madre: “Mi mamá me dijo: bueno, si quieres hacer eso —nadar de manera profesional—, pues yo te apoyo, la única condición va a ser que no bajes tu promedio en la escuela”. Y así lo logré hasta la universidad. Fui organizando mis tiempos: entrenar, ir a la escuela regresar a comer, hacer tarea e irme a entrenar otra vez.

Nora se incorporó al equipo de nadadores de la UNAM cuando ingresó a la preparatoria, de ahí que realizara sus entrenamientos en la alberca de Ciudad Universitaria. Más tarde inició la carrera de Biología en la Facultad de Ciencias en la misma casa de estudios. Adaptó los horarios de sus materias e incluso extendió el tiempo para su titulación con tal de no interrumpir su preparación.

“Tuve la suerte que muchos maestros sabían que era nadadora, si tenía que hacer algún viaje de competencias me pedían que adelantara un trabajo, un examen. Así me fui llevando la carrera”.

El llamado al Canal de la Mancha

La primera vez que Nora escuchó sobre el cruce que habían realizado otros nadadores en el Canal de la Mancha fue cuando su amigo Jaime Lomelín, que entrenaba con ella en el equipo de Raúl Villagómez, se preparaba para realizar esa prueba, que logró en 1990. Ella también quería intentar ese reto. Ahora tenía una meta clara: deseaba cruzar el Canal de la Mancha y sabía que tendría que prepararse mientras estudiaba la universidad.

Nora ToledanoPara 1992 ya estaba preparada y emprendió el viaje a Dover, en Inglaterra, acompañada de su madre. Todo estaba programado, pero algo fuera de su control cambió los planes de la nadadora: el clima, pese a los pronósticos, el clima puede cambiar de un momento a otro, por lo que tuvo que postergar su entrada al mar por tres semanas. Dora Cadena tuvo que regresar a México, mientras que Nora estiraba sus recursos e intentaba mantenerse animada. En tres ocasiones cambió la fecha de su regreso a México, pero la advertencia de la agencia de viajes de perder el dinero y el viaje la hizo poner una fecha límite de su estadía en Inglaterra.

Un día, después de platicar con el piloto de la embarcación acerca de una posibilidad de realizar el cruce, se fue a dormir con el traje de baño puesto para no perder tiempo en caso de que confirmaran. En la madrugada, a la 1:00 a.m., tocaron su puerta para avisarle que las condiciones eran favorables. Nora entró al mar a las 4:00 a.m. del 18 de septiembre de 1992 y comenzó a nadar partiendo desde Dover en Inglaterra hacia a Cap Gris-Nez, en Francia.

Cruzó por primera vez el Canal de la Mancha en 11 horas y 35 minutos. Cuando llegó a la costa francesa se sentía fuerte, ella sabía que podía nadar más. Estaba decidido, Toledano comenzaría a entrenar para intentar más adelante el cruce de ida y vuelta al famoso canal.

Primer intento del Cruce Doble

En 1994 Nora Toledano regresó a la playa de Dover para hacer el cruce doble en el Canal de la Mancha. Llegó tres semanas antes de su salida para que su cuerpo se adaptara a las temperaturas del agua, que van de los 11°C hasta los 18°C. El capitán de la embarcación y otros nadadores le comentaron que la temperatura no superaba los 12°C. Nadar en esas condiciones sería muy difícil, pero ella confiaba en su entrenamiento.

La preparación mental influye mucho en estas pruebas, por eso Toledano buscó el apoyo de la psicóloga del deporte Elsa Chincoya:

“Trabajé varias técnicas mentales que me ayudaran en los cruces, algunas que se me daban fácilmente y otras que tuve que aprender. Trabajé con ella la visualización, verme llegando a la otra orilla, logrando la meta y ver mi desempeño”.

Esto le ayudó en la primera parte del cruce, cuando implementó un nuevo récord hecho por un mexicano de 9 horas con 40 minutos. El regreso no sería tan fácil.

Cuando salió de Cap Gris-Nez, la temperatura del agua descendió. Nora sentía como el frío permeaba la capa de vaselina embarrada en su cuerpo, la cual evita rozaduras y ayuda a guardar un poco de calor. Trató de controlar su ritmo, pero su número de brazadas disminuyó. El juez que los acompañó pidió reportes de su estado; los signos de hipotermia eran evidentes. El equipo a bordo no quiso poner en riesgo su vida: se suspendió el cruce. La frustración de la nadadora era evidente, pero tenía que seguir las indicaciones.

“Es todo un trabajo en equipo, la gente que va contigo en un cruce tiene que haber estado en tu preparación para saber cómo reaccionas y tomar decisiones importantes. Al final, suspender un cruce no es decisión del nadador sino del equipo, porque son los ojos del nadador. Los que van arriba en la embarcación saben cómo están las condiciones de viento, de oleaje y del mismo nadador”.

Nora contactó a su madre para contarle que su primer intento había sido suspendido.

“Mi mamá estaba en México. Le hablo por teléfono y le digo, oye mamá, pues ya salí a hacer el cruce, logré un récord mexicano en el sencillo, pero no logré la travesía. Su respuesta fue: ¿Cuándo lo vuelves a intentar? ¡Wow! Eso fue un súper empuje para adelante”.

¡Rompe la barrera!, ¡Tú lo quieres!, ¡Tú lo puedes!

Esas fueron las palabras que Nora pudo leer en el pizarrón que se lleva el equipo a bordo de la embarcación, en el segundo intento del cruce doble en el Canal de la Mancha. En ese momento se enfrentaba al muro que, casualmente, llegó en el mismo momento donde se suspendió el primer intento.

Unas semanas después de suspender el cruce doble, ella se enteró que otro nadador había cancelado su reservación. Casualmente seguía en Dover, así que tendría una segunda oportunidad. Dora Cadena, su madre, voló a Inglaterra para acompañarla en la embarcación.

“No se movió, estuvo casi las 24 horas en el mismo lugar”, platica Nora sobre su madre. “Creo que solamente una vez bajó al baño en la cabina, pero estuvo todo el tiempo cuidándome, tenemos mucha conexión y me conoce muy bien”.

Dora fue la primera en percatarse que Nora luchaba con el temor de que suspendieran la prueba. Ella fue quien decidió darle un impulso con las anotaciones que se colocan en un pizarrón que llevaron a bordo para comunicarse con la nadadora.

Esa sería sólo la primera barrera con la que Toledano se toparía en este cruce. Más adelante el oleaje la llevaría a invertir más tiempo de nado; también sufrió una irritación en el estómago generada por tragar agua, lo que le provocó vómito. Por último, la corriente la llevó a concluir la prueba en el pueblo de Sandgate, que está a 13 kilómetros de Dover.

Nora, con poca fuerza, logra salir del agua caminando, llega a un punto donde el mar no tiene contacto con ella, se sostiene tres segundos y cae. En ese instante la embarcación hace sonar la sirena para dar por terminada y validar la prueba. Nora se convierte en la sexta mujer en el mundo y primera latinoamericana en realizar el cruce doble en el Canal de la Mancha con un tiempo de 23 horas 38 minutos, el 6 de agosto de 1994.

Durante su trayectoria, regresaría al Canal de la Mancha para concluir un total de 12 cruces, 6 de manera individual y 6 en relevos.

Nora Toledano en el Canal de la Mancha

Tiempo fuera

Cada vez que Nora Toledano nada en aguas abiertas, cruza por su mente el gran respeto que le tiene al mar. Y esta idea se hizo más intensa a partir de 1999, tras un suceso que la llevó a considerar la posibilidad de no volver a nadar.

Ese año su amiga, la nadadora Fausta Marín le pidió que formara parte del equipo de apoyo para realizar el cruce en el Canal de la Mancha. Después de 4 horas con 45 minutos de haber comenzado la prueba, la nadadora manifestó una complicación, pero aseguraba que podía superarla y continuar nadando.

Minutos después dejó de tener contacto visual con la embarcación y no contestó las preguntas que le hizo Nora, esa fue la señal para saltar y sacarla del mar. Fausta Marín que había sacrificado varias cosas para realizar ese cruce, llegó a la embarcación inconsciente y ya no despertó. Ese Canal de la Mancha que en su momento le había otorgado muchas victorias a Toledano, también se había llevado la vida de Fausta.

Entre el desconsuelo y el luto por la pérdida, Nora no deseaba regresar al mar, quería poner freno a todos sus planes relacionados con las pruebas de aguas abiertas. Sin embargo, tenía en puerta el Cruce al Nuevo Milenio, un proyecto donde ella y Antonio Argüelles se acompañarían. Toño estaba a días de hacer el cruce en el Canal de la Mancha y la convenció para que lo acompañara. Cinco días antes del reto, Toño y Nora fueron a la playa a nadar. Ella dejó fluir sus emociones convertidas en lágrimas que inundaron sus goggles. Así logró su reconciliación con el mar.

Un año después, en un cruce en relevos que comenzó en La Paz, Baja California Sur, y terminó en Topolobampo, en Sinaloa, pondría de nuevo a prueba el temple de Nora.

En uno de los relevos Toledano pasó por un banco de aguamalas muy venenosas conocidas como Carabelas Portuguesas, que la picaron en distintas partes del cuerpo. La nadadora salió del agua a la mitad del relevo por el dolor intenso.

“Me ocasionó mucho dolor por la reacción que tuvo mi cuerpo a este veneno. No podía respirar y me espanté muchísimo. Entonces les avisé que yo no podía seguir, apenas llevaba la mitad de mi turno, porque no podía respirar y por el dolor”.

Fue atendida por el equipo médico a bordo y la estabilizaron con antihistamínicos en lo que llegaban a La Paz. A Nora le estremeció la idea de perder la vida en ese instante y la angustia de pensar que dejaría solo a Max, su bebé. Ese suceso la llevo a reflexionar y ser más cuidadosa en aguas abiertas para no anteponer nunca su vida ante un riesgo en el mar.

Los Siete Mares de Nora Toledano

Sin haberlo planeado, el cruce del Canal de la Mancha sería la bandera de salida en la prueba de los 7 Mares en la historia de Toledano. Este reto es uno de los más importantes y demandantes para los nadadores de aguas abiertas, ya que deben realizar siete cruces por todo el mundo: Canal de Catalina, en California; Canal de Molokai, en Hawai; Canal del Norte, en Irlanda; Canal de la Mancha, en Inglaterra – Francia; Estrecho de Gibraltar, en España – Marruecos; Canal de Tsugaru, en Japón; y Estrecho de Cook, en Nueva Zelanda.

Para Nora el cruce perfecto llegó en 2018 en el Canal de Tsugaru. En la embarcación se encontraba su eterna compañera y cómplice de viajes, Dora Cadena, también estaba su hijo Max que había cumplido 18 años y se reportaba listo para acompañar a su madre en esta travesía.

“Lo invité al cruce de Japón, del Estrecho de Tsugaru, y no solo lo invité, lo nombré el capitán de mi equipo. Él tenía que ir coordinando mis abastecimientos, contándome brazadas, nos tocaron buenas condiciones porque el mar es planito pero había llovizna. Los veía en la embarcación, para mí era la máxima inspiración, verlos ahí conmigo y el resultado fue súper bonito porque logramos el récord del mejor tiempo de mujeres en ese cruce”.

El sábado 30 de marzo del 2019 la noticia llegó a México. Nora Toledano se había convertido en la primera mujer latinoamericana y la persona número 14 en el mundo que completaba el reto de los Siete Mares. Nadó durante 9 horas y 35 minutos en el Estrecho de Cook en Nueva Zelanda, contenta de representar a su país. Una prueba que le llevó cuatro años concluir y que inició en el 2015 cuando nadó el Estrecho de Gibraltar para cubrir la segunda de las siete distancias que componen los 7 Mares.

Acompañamiento a nuevos nadadores

Otros nadadores de aguas abiertas buscaban la asesoría de Nora debido a sus logros y la experiencia en este deporte. Aunque deseaba ejercer como bióloga, su compromiso estaba con los atletas que requerían de su conocimiento.

Nora se capacitó y obtuvo el certificado de la World Open Water Swimming Association (WOWSA), Asociación Mundial de Natación de Aguas Abiertas para apoyar a otros nadadores. Aprendió mucho con Antonio Argüelles, quién además de ser su compañero de retos también fue su “conejillo de indias” en la enseñanza. Luego llegarían más alumnos.

“Después de Toño, como que empezaron a llegar y llegar nadadores. Hoy en día tengo un equipo que se llama “Canaleros” con 50 integrantes, que es mi tope. Para mí ha sido una gran experiencia y también muy bonito el poder transmitir lo que yo he aprendido en aguas abiertas técnicamente y también un poquito de filosofía”.

Nora trabaja de cerca con sus alumnos y ha bajado la intensidad en competencias y entrenamientos, pero continua participando en distintos eventos de aguas abiertas para mantenerse en contacto con la naturaleza, integrándose al mar en cada brazada.

Fuentes:
Nora Toledano y Antonio Argüelles, “A cada brazada: el azul interminable”, editorial Limusa.

Por Sonia Yáñez para: www.asdeporte.com